viernes, 21 de enero de 2011

El problema con México (Una horrible cultura en la nación)

El mal del mexicano, de sus pésimos gobiernos, de todos sus problemas, de todas sus desgracias, de su falta de crecimiento, de su corrupción, está en su cultura. Mal entendida del conflicto, la guerra, y de no sentirse mexicanos como una raza de honor, sino como una fusión, con una estampa de culpabilidad y de indigno al ser el resultado de un mestizaje de violación. (Hijo de la chingada).

Se oye cruel, pero es mejor decirlo, que solo vivirlo para sufrirlo. Hablemos claro, la gran mayoría de los mexicanos, sostiene con firmeza, su idea de la pobreza, como una herencia de sus padres, como una idea de idealidad religiosa en muchas ocasiones, que como dice el dicho: “El que nace para maceta no pasa del corredor”. Así es como se ve el mexicano, la mayor parte de ellos. Siguen esperanzados en que los gobiernos harán, o deben de hacer el trabajo para que el pueblo progrese, creyendo que si el pueblo progresa o no, es por culpabilidad del gobierno, o por gracia de Dios.

Si bien pudiese parecer exagerada, en muchos casos, la imagen generalizada que se tiene en muchas partes del mundo, la de un mexicano flojo, desastroso, flojo, bebedor. O que se la pasa durmiendo en un callejón o a lado del camino durmiendo, con tremendo sombreron. Quizá, la realidad no es tan distinta, en muchos casos. En otros tantos, la realidad es que el mexicano se siente muy orgulloso de trabajar con todo el ánimo del mundo, con todo su empeño, sudando hasta no poder mas, pero sin que le sirva realmente trabajar tanto, porque lo que se busca es demostrar que se está dispuesto a matarse trabajando, pero no ha mejorar. Cierto, por desgracia es, que muchos piensan que el trabajo es para sobrevivir, para poder comer todos los días, y solo eso. No importa más.

Aun nos orgullecemos y festejamos, que hemos estado en guerra toda nuestra existencia como nación, cuando no ha sido una, ha sido otra, y cuanto no lo hemos estado, solo recordamos como nos hemos amolado con nuestros gobiernos. Lo cierto es que jamás falta razón para emborracharse, festejando el sentirnos bien, o tratando de ahogar nuestras penas y desgracias. O comiendo picante, aunque acabemos enchilados y colorados, como, disque símbolo de valor.




Sin duda, es la hora de aprender de nuestros errores y llevar a nuestro país y nuestro pueblo a mejores horizontes, dejárselo de achacar a nuestros gobiernos y tomar en nuestras manos el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario